Dicen que el destino siempre encuentra su momento.

Russell y Naye se conocen de toda la vida:
sus papás eran amigos y, según él, de niños jugaban juntos (aunque ella no lo recuerde)

Siempre supieron quiénes eran, pero sus caminos no se cruzaban demasiado… hasta el día en que ella no podía abrir la puerta del garage, y él, que se encontraba cerca, se acercó a ayudarla.

Para su tercer aniversario de noviazgo habían planeado un viaje de glamping: un escape tranquilo entre risas, cielo y naturaleza.

Ya habían soñado con comprometerse justo en su aniversario, para que el amor que comenzó un día, celebrara su promesa exactamente un año después.

La propuesta llegó como todo lo suyo: preciosa, espontánea y tan natural como su historia.

El próximo año, en esa misma fecha, celebrarán cuatro años juntos… y el comienzo de su “para siempre”.